(por Natàlia Hospital)
Cuando la genialidad asoma con descaro y sin complejos, asume el riesgo de gustar o no gustar, pero jamás de dejar indiferente. PLATADEPALO me remite a lo más cool, a lo más pensado, ejecutado y bien servido que se acerca sin titubeos a un público a quien rápidamente seduce y arrastra. Lo más de la joyería pendenciera que nos encaja un gancho de derecha para recordarnos que la Clase, en mayúsculas, no va de la mano de los dólares, va de la mano de lo auténtico, original y quizás también de lo que siempre ha estado allí pero que nadie ha sabido descifrar.
PLATADEPALO es el fenómeno de la lucidez, del hacer con lo sabido lo más nuevo, con lo conocido lo más sorprendente, es seducción en estado puro. PLATADEPALO consigue que aflore el lado más rebelde que todos llevamos dentro, esa libertad que rompe normas y corsés con la elegancia de lo irreverente, la clase de lo atrevido y la sutileza de lo impensable.
¿Alguien dijo Capitán Garfio? ¡No! Dejemos para Walt Disney las princesas y sus cuentos del país de Nunca Jamás, que me gustan, lo confieso, pero que ahora ante este descubrimiento de la joyería más osada, me quito el sombrero de pirata que no llevo y me dejo cautivar por algo mucho más canalla, atrevido y tan tentador que no quisiera que los pecados se juntaran con cuentos para niños. Y es que con PLATADEPALO me puede el pecado de la avaricia, porque lo quiero tener todo, porque todo me gusta.
Si esto no es un fenómeno, que la R.A.E cambie la definición o añada una acepción en su diccionario.
Una curiosidad
PLATADEPALO
E+L+F+E+N+O+M+E+N+O+P+L+A+T+A+D+E+P+A+L+O = 21
Un dado de James Carson
1+2+3+4+5+6 = 21
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