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Neha - Capítulo III

Capítulo II

NEHA

Un cargamento de madera esperaba a James Carson en las montañas Barisan. Había contratado una manada de elefantes y un guía. La cita era en Padang, en el puerto. Una muchacha se acercó. Los elefantes que dormitaban entre balas de paja siguieron sus pasos con la mirada. Cuando Carson la tuvo delante todo quedó en suspenso: la agitación mestiza y bulliciosa del mercado, los gritos de los vendedores en sus puestos, los reflejos del nácar y del bronce, todo salvo sus ojos.

- Soy Neha. Te llevaré a las montañas.

- ¿Tú sola?, ¿no tienes miedo?

Ella negó con la cabeza. Durante un instante, un reflejo burlón le iluminó el rostro. A un gesto de su mano, un robusto elefante se interpuso entre ellos. Seguro, firme, desafiante.

Era Dwipa, el jefe de la manada. Carson comprendió que Neha no tenía nada que temer. Durante varios días, guiados por Neha, Carson y la tripulación caminaron hacia las montañas. Una tarde, al declinar el sol, se detuvieron en un bosque de bambú. Era un alto obligado para todas las caravanas. Durante siglos, los hombres habían grabado en los tallos sus nombres a cuchillo.

- ¿Vas a escribir tu nombre?

- ¿Por qué dejar memoria?, preguntó Carson, ¿lo harás tú?

- Está escrito hace tiempo.

Carson calló. No sabría que poner… ¿James Carson?, ¿el irlandés?, ¿Plata de Palo?

Ninguno era completamente él mismo. Todos juntos eran demasiado.

Llegaron a las montañas, cargaron la madera, volvieron a Padang. En el puerto, al despedirse, Neha le tendió un amuleto de hueso de elefante.

      - Toma, es cuanto sé de ti.

Carson lo cogió y observó los grabados de la pequeña pieza circular. Una línea quebrada, tal vez olas o el perfil de una cordillera, un cuadrado, una cruz, una punta de flecha, un punto que se hundía preciso en la superficie pulida… sólo reconoció su tatuaje.

Un hombre rodeado de signos que no entiende, un país extranjero, una muchacha que calla porque sabe demasiado o es demasiado pronto. La expresión de Neha también era un enigma.

-¿Volveremos a vernos?

- Ven cuando descubras qué significa.

Más tarde, en cubierta, mirando el amuleto, Carson pensó que aquel punto inquietante, fijo e incisivo era la mirada de Neha. Que de su fondo oscuro, al igual que de los ojos de la joven, nacían las preguntas que tendría que responder tarde o temprano.

Juan de Mengíbar fundió la pieza en plata. Los marineros la llamaron la moneda de Carson.

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